top of page

Sobre Emilio García Ortiz

Nace en la calle Requena en 1929 y aún esta conserva vestigios de su legado artístico y familiar en la fachada número 3. Poco después pasaría a la calle Antillano Campos número 10, cuya fachada es obra de su padre, también artista y escultor. Decide seguir los pasos de su padre  pero esta vez con titulación universitaria en la Facultad de Bellas Artres. Es aquí, en pleno centro alfarero de Triana, donde establece su padre su residencia y su taller de alfarería y vidriado, anexo con la puerta a Alfarería 20. Emilio García Ortiz (1929-2013) ha dejado una extensa colección de piezas y creaciones que son auténticas obras de arte. 


Siguiendo los pasos de su padre desde pequeño, Emilio García Ortiz, hizo de su oficio un arte. La grandeza de su obra contrastaba con su carácter reservado y muy humilde. Nunca descuidó los estudios universitarios mientras trabajaba, ya que fue profesor de modelado en Artes Aplicadas y posteriormente, profesor de escultura y pionero en las clases de cerámica en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla. «Al principio no firmaba ninguna obra, según decía, por consejo de un profesor. Hasta que no culminara su obra no se sentía bien firmando algo», explica Beatriz Rengifo, nuera de Emilio García Ortiz.


Fue nombrado Trianero de Honor y recibió la medalla de honor en Sevilla por la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. Aún así, la modestia y la humildad siempre le acompañaban y según aseguran sus allegados, nunca alardeaba. Trabajaba principalmente con el barro cocido, «su material preferido». «Era muy trabajador. Creo que se ha marchado antes porque no se ha cuidado mucho, se ha machacado todos los días con el trabajo hasta que físicamente no podía», apunta su hijo y también escultor y ceramista, Emilio García Hernández . «Mi abuelo era más artesano que artista y trabajó con importantes arquitectos como Aníbal González. Sin embargo, mi padre tuvo otras inquietudes más modernistas y contemporáneas» apunta García. 

Siempre  ha sentido preocupación por la expresión plástica de la cerámica, siendo autor de numerosos relieves y esculturas en edificios públicos y privados, incluso del extranjero. Destacan la decoración en Sevilla de las Parroquias del Polígono de San Pablo (autor del Crucificado) y Las Mercedes (Tiro de Línea), Hospital Psiquiátrico, Monumento a Fray Bartolomé de las Casas,  Delegación de Hacienda de Cádiz e Iglesia de San Francisco Javier en Jerez de la Frontera. En 1985 ejecutó un mural  de 6 x 6 metros para el Príncipe de Arabia Saudita Saisal Pinb Turky Abdullah Al Saud, para el arco triunfal de su Palacio en Ryadh. Fue profesor titular de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. En 1992 realizó dos esculturas vidriadas para reponer la fuente de la Plaza de América del Parque de María Luisa en Sevilla, donde se encuentran las palomas, que era original de Juan Ramón Laffita. Igualmente restauró la fuente de las ranas del Parque de María Luisa y algunos de los jarrones versallescos.

 

En la década de 1990 se incorporó al taller su hijo Gabriel García Hernández, estudiante de Bellas Artes, que inicia sus pasos en el mundo de la cerámica.

 

«En 1985 ejecutó un mural de 6 x 6 metros para el príncipe de Arabi Saudita, para el arco Triunfal de su palacio en Ryadh», apunta Beatriz Rengifo. Su hijo y su nuera, quienes siguen al frente del taller, preparan una exposición con más de 100 obras en barro cocido de este artista. «Nunca se le ha reconocido su trabajo, quizás ahora en los últimos años, pero siempre ha estado en la sombra», declara Rengifo. Emilio García Ortiz fallecía el pasado 13 de febrero pero siempre estará presente a través de su legado, de todas sus obras que lo conviertieron en un trianero artista del barro.

bottom of page